Será muy breve la introducción de esta publicación, ya que de por si el contenido es extenso.
Aquí les comparto un cuento que escribí inspirada al ver caer y después rodar una naranja dentro de un supermercado.
Sin más, érase una vez….

Montemorelos, pequeño poblado en el norte de México, desde donde se puede ver la Sierra Madre Oriental, muchos cerros y hasta una mesa. Donde puedes gozar de un clima por lo general templado, pero en verano. ¡Sí que se siente calor! Calorcito húmedo que abochorna el medio ambiente. Los niños aprovechan y disfrutan de los arroyuelos que corren por el campo después de fuertes lluvias. Gustosos se quitan los zapatos y sus playeras, para después, con sus pantalones remangados, patear el agua cual balón de futbol, terminando así metidos luego en el charco. Es musical la risa de los niños contagiando de entusiasmo el pueblo entero.

El clima es perfecto para cultivar cítricos, por eso, sus pobladores se dedican al cultivo de la naranja. Muchas huertas pintan el paisaje verde-naranja, ves lucir así el pueblo.

La producción abastece la demanda nacional.exhiben en la feria de la naranja por el mes de noviembre hermosas cajas de madera repletas de frutas.
¡Es una gran fiesta! Cantidad de carros alegóricos adornados con naranjas circulan por las calles del pueblo, coronan una reina y hacen una gran verbena.

Don Matías tiene un rancho donde cultivan naranjas. Lo heredó de su padre, creció con ellas, son parte de su familia. Todas las mañanas saluda a cada uno de los árboles que tiene en la huerta, ve cariñosamente como van creciendo y desarrollándose sus niñas, así llama a las naranjas. Les pone música, las acaricia, y cuando tiene que hacer el corte de los frutos, lo hace con tanto cuidado que nunca se le maltratan.

En medio del patio central que tiene en su casa, esta Nodriza, así se llama el árbol que da vida a toda la huerta.
De sus frutos obtiene las mejores semillas seleccionadas con las que siembra los arboles para la producción de las naranjas. Los ejemplares que da nodriza son utilizados para la exhibición en la feria, ellas son el orgullo de don Matías.

El día de la coronación de la reina, Don Matías se levanta muy temprano, ve lucir un resplandor que se torna en colores rosados y violetas para después dar paso al astro rey. El sol se asoma abrazando cariñosamente a Nodriza, traspasa sus ramas dándole un tibio beso. Entonces Don Matías comienza a cortar sus mejores muestras, toma cada una de ellas, las limpia con una suave franela y las coloca una a una diciéndoles con frases amorosas cuanto valen y lo que representan para la salud. Les hace saber que por sus propiedades muchos niños previenen de sufrir resfriados y enfermedades que lastimarán sus vías respiratorias. Que gracias a ellas la población puede tener las defensas que requiere para prevenir enfermedades como gripe, tos y catarro.

En una ocasión tomo a una de ellas, su color era limpio, sin manchas ni impurezas; un fresco olor cítrico despedía como perfume de modo que Don Matías la vió tan perfecta que le habló así:

– Naranjita, la naturaleza te ha provisto de maravillosas cualidades, tu eres grande y haz sido creada para algo muy especia, tu misión es excelsa, estas hecha para lo sublime. La niñez tendrá muchos beneficios por lo que eres y por lo que les puedes dar. –

Naranjita se quedó en la caja donde Don Matías la colocó sabiendo que era una triunfadora. Ella estaba aquí para una misión importante. Lo sabía, lo sentía.

Viajaban todas las naranjas camino a la feria. Naranjita con sus chapas rosadas resaltaba entre las demás. cuando las colocaron en sus exhibidores a sus hermanas y a ella, les dieron un lugar especial justo donde los compradores podían verlas todas completas lucir su vitalidad.

Don Matías Negoció con una cadena de supermercados que le compraron la producción. Comenzaron a rodar gustosas. Iban en camino a donde todas las frutas deben estar…
EL MERCADO

Naranjita se sentía muy feliz. Un pequeño brincoteo la movía de un lado a otro de manera sutil y suave.
La carretera agitaba la troca en la que viajaban.
Muy pronto llegaron al destino señalado. En el supermercado los empleados dedicados a frutas y verduras descargaron todas las cajas con las naranjas que Don Matías con gran amor cosechó.

Una estantería con fondo verde y pequeñas dosis de
rocío de agua combinado con aire fresco esperaba por Naranjita.

Quedó ahí quieta, hermosa, perfecta.

Abrieron la tienda al día siguiente muy temprano por la mañana. todas las naranjas comentaban gustosas lo felices que estaban. Llegó la primer clienta, pequeños brinquitos daban todas para ser elegidas cuando de repente, descuidada, tosca y con un brusco movimiento, la muy torpe tiró de un golpe a Naranjita. La tonta mujer no realizó ningún esfuerzo por no dejarla caer, ni mucho menos por impedir que rodase involuntariamente hasta el fondo del exhibidor donde se encontraba. Naranjita abrió asustada sus ojitos y quedó atrapada en el oscuro rincón. Esperó en vano que alguien llegara a levantarla y así llegó la noche.

– Tranquilízate, todo estará bien, mañana vendrán por ti, se darán cuenta que no estas y te buscarán. –
Se decía así misma, sin embargo, pasó un día, otro y otro y nadie notó su ausencia. Don Matías ya no estaba mas con ella. Susto, tristeza y desolación fueron los sentimientos en esos días. Su estirpe y orgullo ahora estaban allí, en el suelo, la misión que debía cumplir no se podría cumplir nunca mas. La piel suave y tersa que tenia se tornó delgada y dura. Naranjita ahora sabía que su fin estaba cerca.

Una mañana por fin, transcurridos seis días, la brocha despeinada y brusca de una escoba vieja la alcanzó. Su autoestima ya no existía y estaba solo a la espera de ser tirada a la basura.
Ciertamente así sucedió. Rodó por las costras de cochambre y mugre del recogedor para después ser colocada en un bote sucio con moscas que revoloteaban alrededor. No quedaba dignidad alguna en Naranjita, una gran tristeza volvió a invadirla.

– No queda nada de lo que debió ser, no cumplí mi misión de alimentar a un niño, mucho menos germinar una de mis semillas para perpetuarme en un árbol. –

Así cerró sus ojos para morir.

De repente una pandilla de niños traviesos e inquietos que venían del parque donde jugaban futbol con hambre y sedientos, vecinos de un barrio pobre, buscaban alimento en los botes de la tienda. Diego inquieto y jovial tomó a Naranjita, la olió, la limpió vigorosamente en su pantalón para después tomar una pequeña naranja y partirla en dos. Exprimió poco a poco el jugo de Naranjita en su boca. Aunque con cascara dura el jugo era dulce y abundante. Diego logró satisfacer su hambre además de calmar su sed.

A Naranjita le volvió la vida, supo entonces que su misión estaba cumplida. Entendió que las cosas siempre suceden por un propósito, que de no haber caído ahí, nunca le habría dado a Diego su jugo, mucho menos que su gran semilla, al ser escupida cuando iba pasando por el parque, fuese a caer en un cajete con tierra muy fértil
en donde poco después germinaría empezando a brotar un bello árbol de naranjas.

Naranjita recobró su dignidad y su estirpe.

Uno de los jardineros encargados de dar mantenimiento en este parque, sacó el pequeño brote con cuidado para regalarlo a una clienta que tenía una bella huerta de árboles frutales. Ahí tuvo cuidado, amor, tierra rica y todo lo necesario para su desarrollo.

Una savia de sangre real corría por todo el árbol, Naranjita no había cumplido solo su misión, sino que la había cumplido de manera muy sublime porque trascendió elevándose del suelo al cielo, donde ahora están su hermosas ramas.

Colorín colorado este cuento ha terminado.

“Soñar es crear”